La sala Sagarra del Ateneo Barcelonès con aforo completo acogió ayer lunes, 27 de mayo, el diálogo ‘Reflexión sociológica sobre los cambios de sociedad en el pasado y presente’, a cargo del catedrático en sociología Ramón Flecha y el doctor en sociología Josep Maria Pascual Esteve, director de EQU.
El acto, organizado por la editorial Hacer de la Fundación Apip-Acam, estuvo conducido por el presidente de la Fundación y editor literario Josep Ricou, quién introdujo a los participantes y el posterior debate sociológico que se abrió al público.
Un diálogo, surgido a raíz de la presentación, el pasado 21 de noviembre de 2023, de la nueva obra de Josep Maria Pascual Esteve, ‘La transformación sociológica del Cristianismo S.I.-S. IV’, en la que las innovadoras reflexiones que allá se presentaron dieron pie a un debate que no se pudo celebrar por falta de tiempo.
De movimiento embrionario alternativo a institución
Recuperado este punto de salida, el diálogo lo inició el mismo Josep Maria Pascual Esteve, introduciendo nuevos apuntes sobre su libro que presenta el cristianismo como «un movimiento pacífico que busca impulsar una sociedad embrionaria alternativa» en una época golpeada por desigualdades sociales como el papel de la mujer, la situación de los esclavos, la distribución de riqueza y dos importantes pandemias.
Caldo de cultivo que llevó el emperador Constantino I a pactar con este movimiento alternativo que hacía patentes las vergüenzas del sistema administrativo y de gobierno, impulsando al cristianismo a convertirse en la institución que ha acontecido hasta nuestros días.
Sociedad basada en el diálogo
Por su parte, el catedrático Ramón Flecha presentó su último libro, ‘La sociedad dialógica‘, que versa sobre «una gran revolución científica mundial basada en la sociedad dialógica» e impulsada en la ‘Conferencia Internacional de Ciencia contra la pobreza’ del año 2010.
Flecha explicó a los asistentes que la sociedad dialógica se basa en tres preceptos: «La co-creación de diálogo, el impacto social que propician las medidas establecidas, y los co-pensamientos», apuntando que por ahora la revolución que se inició como científica «ya es también social, porque afecta a todo el mundo y en la que puede participar todo el mundo».
En este punto, conectó la ‘revolución’ actual con el cristianismo, sosteniendo que «el cristianismo triunfó porque consiguió que el poder político pusiera en marcha reformas sociales y económicas». Apuntando que «un movimiento social que quiera crear un impacto no tiene que escoger entre intentar cambiar la estructura de arriba o arreglar la de abajo, cuando se pueden hacer las dos cosas». «Los movimientos, cuando son basados en ideas y sentimientos, no se pueden parar», añadió.
Movimientos de cambio
El debate se abrió al público surgiendo comparativas entre los movimientos sociales alternativos actuales y los del pasado, asegurando que hoy en día existen movimientos cooperativistas, del tercer sector social y de comunidades científicas basadas en diálogo e intercambio y que son «muy prometedoras», apuntaba Josep M. Pascual.
El autor de La Transformación sociológica del Cristianismo aseguró que «existen grupos que están fomentando unos movimientos sociales, unos embriones de cambio» y son «muchos y muy dispersos». Motivo por el cual considera que «merece la pena identificarlos y darles eco, puesto que son necesarios».
Preguntados sobre ‘hacia donde se dirige la sociedad actual’, los dos expertos en sociología coincidieron en apuntar que «hace falta un movimiento alternativo para hacer frente a las desigualdades y el Nihilismo, que sea esperanzador y que empiece desde abajo». Y sobre su posible recorrido: «Un movimiento así tiene posibilidades de éxito, pero a muy, muy largo plazo», admitió Pascual.
Evidencia científica contra el miedo
El acto también propició el análisis de situaciones de desigualdades social actuales donde predomina la ‘doctrina del miedo’. Situaciones para las que la mejor respuesta, según Ramón Flecha, pasa por «actuar con evidencia científica». Y puso como ejemplo una de las zonas del mundo con menos desigualdades económicas: La Corporación Mondragón, en el País Vasco. Un proyecto «desarrollado bajo los preceptos de la evidencia científica y no de bulos y ocurrencias, como pasa en la mayoría de las políticas que se aplican en el Estado», afirmó.


